“Que bonita es esta vida, aunque a veces duela tanto y a pesar de los pesares siempre hay alguien que nos quiere, siempre hay alguien que nos cuida."
sábado, 17 de julio de 2010

ESCUCHA EL SUSURRO... O EL LADRILLAZO

Un joven y exitoso ejecutivo paseaba a toda velocidad en su auto
Jaguar último modelo, sin ningún tipo de precaución. De repente
sintió un estruendoso golpe en la puerta, se detuvo y al bajarse vio
que un ladrillo le había estropeado la pintura, carrocería y vidrio
de la puerta de su lujoso auto. Se subió nuevamente, pero esta vez
lleno de enojo, dio un brusco giro de 180 grados; y regresó a toda
velocidad al lugar donde vio salir el ladrillo que acababa de
desgraciar lo hermoso que lucía su exótico auto. Salió del auto de
un brinco y agarró por los brazos a un chiquillo, empujándolo hacia
el auto estacionado le gritó a toda voz:

¿Qué rayos fue eso?, ¿Quién eres tú?, Qué crees que haces con mi
auto?". Y enfurecido, casi botando humo, continuó gritándole al
chiquillo: "¡Es un auto nuevo, y ese ladrillo que lanzaste va a
costarte muy caro! ¿Por que hiciste eso?". "Por favor, señor, por
favor. ¡Lo siento mucho!, no se que hacer", suplicó el
chiquillo. "Le lancé el ladrillo porque nadie se detenía"...

Las lágrimas bajaban por sus mejillas hasta el suelo, mientras
señalaba hacia alrededor del auto estacionado. "Es mi hermano", Le
dijo. Se descarriló su silla de ruedas y se cayó al suelo... y no
puedo levantarlo". Sollozando, el chiquillo le preguntó al
ejecutivo: "Puede usted, por favor, ayudarme a sentarlo en su
silla?, está golpeado, y pesa mucho para mi solito...soy muy
pequeño". Visiblemente impactado por las palabras del chiquillo el
ejecutivo tragó grueso el taco que se le formó en su garganta.

Indescriptiblemente emocionado por lo que acababa de pasarle,
levantó al joven del suelo y lo sentó nuevamente en su silla; y sacó
su pañuelo de seda para limpiar un poco las cortaduras y el sucio de
sobre las heridas del hermano de aquel chiquillo tan especial. Luego
de verificar que se encontraba bien, miró al chiquillo y este le dio
las gracias con una sonrisa que no tiene posibilidad de describir
nadie...

"DIOS lo bendiga, señor...y muchas gracias" le dijo. El hombre vio
como se alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada
silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita. El
ejecutivo aún no ha reparado la puerta del auto, manteniendo la
hendidura que le hizo el ladrillazo... para recordarle el no ir por
la vida tan de prisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para
que preste atención.

DIOS normalmente nos susurra en el alma y en el corazón, pero hay
veces que tiene que lanzarnos un ladrillo a ver si le prestamos atención.

Tu escoges: Escuchar el susurro... o el ladrillazo

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